Cuando aplica la clasificación
La clasificación de las empresas se aplica para determinar los contratos a los que pueden concurrir o optar por razón de su objeto y cuantía. Para proceder a la clasificación, el empresario debe acreditar su personalidad y capacidad de obrar, así como que se encuentra legalmente habilitado para realizar la correspondiente actividad. Además, debe reunir los requisitos de colegiación o inscripción u otros semejantes que puedan ser necesarios, y no estar incurso en prohibiciones de contratar. En el caso de personas jurídicas pertenecientes a un grupo de sociedades, se podrá tener en cuenta a las sociedades pertenecientes al grupo para valorar su solvencia. Por último, se denegará la clasificación de aquellas empresas de las que, a la vista de las personas que las rigen o de otras circunstancias, pueda presumirse que son continuación o que derivan, por transformación, fusión o sucesión, de otras afectadas por una prohibición de contratar.